*Aquí el relato de Dickens original.
El Relato del NiñoCharles Dickens (adaptación)
Una vez hace muchos años hubo un caminante que partió para un largo viaje. Era un viaje mágico que parecía muy largo al principio pero muy corto cuando llegó a la mitad de la ruta.
Anduvo por un sendero oscuro durante poco tiempo sin ver a nadie hasta que se encontró frente a un chiquillo hermoso. Entonces le preguntó: “¿Qué haces aquí?” El niño contestó: “Juego siempre ¡Ven y juega conmigo!" Jugaron durante todo el día muy alegres. Todo les pareció muy bonito: el cielo, las nubes, el canto de los pájaros, las mariposas. También les gustaba jugar cuando llovía, cuando hacía viento, y sobre todo cuando nevaba. Tenía muchos juguetes y libros de aventuras con personajes fantásticos.
Un día el viajero perdió de vista al niño. Lo llamó muchas veces pero no lo encontró. Entonces el viajero siguió su camino.
Viajó un espacio breve sin encontrar a nadie hasta que se encontró un niño al que preguntó: “¿Qué haces aquí?” Y el niño contestó: “Estudio continuamente, ven y aprende conmigo”. Entones el viajero aprendió un montón de cosas sobre planetas, griegos y romanos y muchas más cosas, que fue olvidando. Pero también practicaban numerosos juegos: patinaban, montaban a caballo, jugaban a juegos la pelota. Tenían vacaciones, asistían a fiestas donde bailaban, tenían muchos amigos jóvenes como el niño… pero un día el viajero perdió de vista al chico y después de llamarlo un buen rato siguió su viaje.
Caminó un trecho corto hasta que divisó a un joven a quien preguntó: “¿Qué haces aquí?” Y el joven respondió: “Vivo eternamente enamorado. Ven y ama conmigo”. El viajero siguió al joven y de inmediato se encontraron de frente con la chica más hermosa jamás vista. El joven se enamoró al instante. El joven y la chica hablaban, hacían bromas, discutían, hacían las paces, se escribían cartas… Nunca eran felices estando separados. El joven un día sentados junto al fuego le propuso a la chica: “Quieres casarte conmigo” “Si” respondió ella. Así quedaron prometidos.
El viajero un día perdió a ambos de vista como ocurrió con el resto de sus amigos y después de llamarlos sin tener éxito continúo su camino. Recorrió una parte corta de su camino sin ver a nadie hasta que se encontró con un hombre de edad mediana al que preguntó: “¿Qué haces aquí?” A lo que respondió: “Estoy siempre ocupado ven y trabaja conmigo”. Así empezó a ayudar al caballero y juntos fueron hacia el bosque. Emplearon mucho tiempo en cruzarlo y el paisaje cambió al paso de las estaciones. El caballero no estaba solo sino acompañado por una dama, su esposa, e hijos que ellos tenían.
Avanzaron juntos por el bosque cortando árboles, trazando el sendero, llevando cargas y trabajando duro y escucharon una voz que decía “¡Padre padre soy un nuevo hijo! ¡Detente y llévame contigo! Daban la bienvenida al hijo todos se agrupaban alrededor besándole y abrazándole y juntos proseguían el camino.
En el transcurrir del camino algún hijo decía “Padre me voy al mar” y otro decía “Padre me voy a la India, padre iré a buscar fortuna” y el último decía “Padre me voy al cielo”. Entonces con muchas lágrimas se despedía. Se fueron y continuaron solos mientras cada hijo seguía su camino. El que se fue al cielo se elevó en el aire y desapareció.
El caminante observó que el cabello del hombre de mediana edad se volvía gris. Al final no quedó ningún hijo, solo el caminante el hombre y la dama continuaron el camino. Las estaciones seguían pasando en el bosque. Un día la dama se detuvo y dijo “Esposo mío, siento que me llaman” Escucharon un voz que en lo alto decía: "¡Madre madre!" Era la voz del primer hijo y la madre dijo: “Me voy al cielo” El padre suplicó: “Todavía no, te lo ruego! ¡Espera un poco más! La madre con su cabello blanco y con lágrimas en los ojos besando a su marido dijo: “Mi adorado, me llaman y debo irme". Los dos quedaron solos y continuaron juntos hasta llegar casi hasta el final del bosque. Entonces, una vez más, mientras se abría camino entre las ramas, el viajero perdió de vista a su a migo. Llamó y llamó pero no tuvo respuesta.
Cuando salió del bosque y vio el sol ocultándose en el horizonte, divisó a u anciano y le preguntó: “¿Qué haces aquí?” Y el anciano contestó con una amplia sonrisa. "Estoy siempre recordando. Ven y recuerda conmigo". El caminante se sentó al lado del anciano, y recordó, y todos los amigos volvieron en silencio y permanecieron a su alrededor. El chiquillo hermoso, el niño, el joven enamorado, el padre, la madre, los hijos, todos estaban allí.
Entonces el viajero los amó a todos y fue cariñoso e indulgente con ellos; siempre les complacía los contemplaba mientras era honrado y amado.
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